Andrea Princesa... Samantha Príncipe

El Mejor Regalo de Navidad

 

-¿Mamá?... –susurró entre dientes Andrea.

-Señora… Esto…esto es mi culpa, yo… yo soy lesbiana y me aproveché de la amistad de su hija… fui yo quien la beso…

Apenas fueron estas las palabras que alcanzó a decir Samantha cuando Andrea la calló.

-¡Basta Samantha! Mama… ¡Por favor! No le digas a papá…

La madre de Andrea observó la manera en que su hija le imploraba aquello. Ambas se conectaron en tan solo un par de segundos, sus miradas estaban profundamente ancladas la una a la otra. Sin embargo, aquella conexión se vio interrumpida una vez que el padre de Andrea arribó a la puerta.

-¿Qué sucede? Escuché un grito.

Andrea no podía dejar de observar la expresión de su padre y al mismo tiempo la de su madre a la espera de una respuesta.

-Nada, nada… Solo pensé haber visto un ratón… Pero creo que fue mi imaginación –dijo la madre de Andrea bajando levemente la mirada.

-¿Solo eso? Mmm… iré abajo a sacar unas viejas pinturas del sótano… Samantha… Quizá a ti te interesa echarles un ojo… ¿No? –se dirigió el padre de Andrea hacia Samantha.

-Sí Samantha, ve con él… Mi madre y yo ahorita les alcanzamos –dijo Andrea sin mirar a Samantha.

-¿Segura que no…?

-Samantha… Acompáñalo… Por favor…

Samantha obedeció casi obligada, a ella le hubiese gustado acompañar a Andrea para hablar con su madre. Una vez que Samantha y el padre de Andrea dejaron la habitación Andrea se encaminó a dejar entrar a su madre y cerrar la puerta. Su madre tan solo caminó hacia la cama y se sentó en el mismo lugar donde se había sentado Samantha.

-Mamá… Yo… No sé cómo explicarlo… Solo… Samantha y yo…

-Pensé que te gustaban los hombres…

-Mamá, esto no se trata de lo que me gusta o no… Yo realmente siento algo por ella y aunque me costó aceptarlo… Soy feliz con ella mamá y pensaba decírselos después de navidad pero… No tenías que enterarte de esta manera.

La madre de Andrea solo le miró con una mirada más que desquebrajada.

-Yo no sé tampoco qué decirte… Esto no es lo que una madre espera… Yo te quiero Andrea pero no pienses que lo voy a comprender de un segundo al otro, porque no va a pasar… Estoy pensando en muchas cosas… Si fue por lo de Lucas… Dime, ¿él te hizo algo?

-No mamá, él no tiene nada que ver… Rompimos, simplemente encontré a alguien más… encontré a Samantha. Sé que esto te duele o te decepciona.

-No Andrea, no me decepciona… Solo me cuenta trabajo comprender esto, yo jamás pensé que pasaría por algo así.

-No le digas a papá… Aún no, ya sé cómo lo va a tomar y todavía no sé ni siquiera como decírselo.

-Obviamente no pienso decirle nada, eso te corresponde a ti.

-Entonces… ¿tú y yo estamos bien? Me refiero a… ¿No estás molesta conmigo?

-¿Molesta? ¿Cómo podría estar molesta contigo, con mi hija?

-¿Entonces está bien si salgo con Sam?

-Hija, yo viví mi vida… A ti te toca vivir la tuya y si tiene que ser con ella… Tengo que aceptarlo, solo tú sabes lo que sientes por esa chica y lo que estás dispuesta a dar por ella.

La mirada de Andrea se cristalizó y comenzaron a salir lágrimas de sus ojos; su madre instantáneamente se abalanzó sobre ella y la abrazó fuertemente. Andrea se acorrucó en el regazo de su madre y dejó salir todo aquel dolor que llevaba dentro desde hacía días.

-Anda, será mejor que bajemos por el postre –le dijo su madre sobre el hombro.

Cuando ambas bajaron Andrea se sintió de alguna manera más ligera, como si se hubiese quitado un ligero peso sobre ella. Sabía que de alguna manera tendría el apoyo de su madre en lo que fuese a suceder al decírselo a su padre.

 

Mientras comían el postre y el padre de Andrea le enseñaba a Samantha unas viejas pinturas era casi imposible que la madre de Andrea no dejase de mirar las interacciones entre su hija y Samantha, cosa que esta última notó rápidamente e incluso hasta le hizo sentir incomoda. Casi ya anocheciendo Andrea y Samantha decidieron que ya era hora de retirarse. Ambas se comenzaron a despedir, pero la parte más difícil fue hacerlo de la madre de Andrea, quien tenía aún la mirada consternada.

-Me cayó bien esa chica… -Se dirigió Abraham hacia Jessica.

-Sí, es una buena chica –fue lo único que se limitó a responder.

 

Durante el camino a la universidad Andrea le dijo a Samantha todo lo que había hablado con su madre, lo que fue para Samantha una muy buena noticia y no solo porque la madre de Andrea la aceptara sino porque aquello significaba que Andrea estaba dispuesta a decírselo a sus padres a pesar de que podría resultar no tan bueno para la relación entre ellos. Después de eso ambas lograron unirse más, lograron tener esa fuerza que las unía día con día mucho más al tope y de alguna manera justo ahora Andrea se sentía la persona más fuerte del mundo.

 

Los días siguientes desde ese día hasta antes de navidad se hicieron más tranquilos para ambas, por una parte Andrea estaba más tranquila con respecto a lo de su madre y por otra las cartas habían cesado de llegar para ambas. Por primera vez parecía que las cosas se estaban acomodando, aun así Andrea aún no se sentía lo suficientemente fuerte como para salir por allí agarrada de la mano de Samantha, incluso todavía le pedía a esta que no mostrara muestras de afecto en público porque todavía faltaba mucho para eso en su parecer, ya que mientras no se lo dijese a su padre era como si aún no se lo dijera a nadie. Por su parte Rafael cumplió hasta el último día de universidad con su palabra, era casi tan común que Rafael visitara a alguna de las dos al día solo para asegurarse de que todo estuviese en orden; es más, hasta podía decirse que les sirvió de tapadera en varias ocasiones.

 

Para Andrea y Samantha la fecha que más estaban esperando era navidad. Samantha ya había mandado a darle su limpieza y restauración general a la casa de la playa e incluso había ido decorarla de adornos navideños y comida. Como las vacaciones a la universidad llegaron justo una semana antes de navidad Andrea decidió pasar un poco de tiempo más con sus padres y mucho más aún con su madre quien era la que le daba consejos de cómo tratar con su padre. Cuando al fin llegó el día, Samantha pasó a recoger a Andrea en su casa, justo el veinticuatro. En ningún momento los padres de Andrea objetaron por no dejarla ir con Samantha, para su madre y aunque todavía le era difícil parecía estar haciéndose a la idea, mientras que a su padre simplemente Samantha le caía muy bien.

 

Cuando Andrea se subió al pequeño Mini Cooper rojo y se despidió de sus padres supo que debía disfrutar ese día al máximo… Ese y el veinticinco, pues su idea era hablar con su padre justo el veintiséis. De camino a la playa Andrea no dejaba de imaginarse como sería la casa, durante todo el camino iba mirando a través de la ventanilla los paisajes que mientras se alejaban de la ciudad parecían volverse más naturalmente salvajes, cosa que le encantaba. Para su sorpresa su concentración en la naturaleza se vio interrumpida cuando el coche se desvió y entro a un camino de terracería, el coche comenzó a dar pequeños saltos y comenzó a llenarse de polvo por todos lados.

-Será mejor que cierres la ventanilla –le sugirió Samantha.

-¿Por aquí queda la casa? –le preguntó Andrea.

-Sí, el camino no se ha arreglado… Bueno, no le he visto la necesidad, siento que le da un toque más natural.

-Demasiado natural… Tu coche quedó empanizado de arena.

-No me preocupa eso, luego me ayudarás a lavarlo…

-Muy graciosa… Aunque no me vendría mal un poco de agua.

-Pues espero te guste el agua de mar… Porque hemos llegado.

La mirada de Andrea quedó paralizada al ver un perfecta casa justo sobre unas enormes rocas, había por fuera unas largas escaleras que se dirigían hacia la entrada de la hermosa casa blanca.

-Es… es hermosa.

-Lo sé, mis abuelos siempre han tenido buenos gustos.

-¿Dices que te la regalaron de pequeña?

-Sí, como a los cinco años.

-Lo que daría por tener unos abuelos así, los míos son tan tacaños que presiento que se llevarán todo a la tumba. Oye, apuesto que debes tener desde allá arriba un excelente vista hacia el mar.

-Bueno, de hecho es la mejor vista de toda la playa o al menos eso creo.

-Apuesto a que sí.

-¿Qué es lo primero que quieres hacer? –dijo mientras estacionaba el coche justo debajo de unas vigas que sostenían la casa.

-Definitivamente quiero ver la casa.

Ambas salieron disparadas subiendo las escaleras, Andrea con mucho más entusiasmo fue la primera en llegar hasta arriba y darse cuenta de que realmente la vista desde aquel lugar era espectacular. Sin embargo, cuando Samantha abrió la puerta la vista no solo era perfecta por fuera, sino que la casa en sí por dentro estaba bastante bien. A diferencia del departamento esta tenía un toque más hogareño pero sumamente reconfortarle.

-¿Tú lo decoraste? –le preguntó a Samantha mientras inspeccionaba cada rincón.

-Algunas cosas, otras ya venían incluidas en el paquete.

-¿Segura que tus abuelos no desean adoptar a una pobre chica como yo?

-Si estuvieran vivos probablemente.

-Oh… yo lo siento, no era mi intención.

-Está bien… no importa, al menos me alegra tener aún a mis abuelos maternos… Ellos no son de una familia tan rica como la de mi padre pero… Creo que me agrada estar más con ellos.

-¿Ellos saben?

-Sí, y me defendieron… En fin, en este mundo o se tiene una familia rica o se tiene a una familia amorosa.

-Pues tu eres ambas cosas… Amorosa y rica…

-Sí, pero yo soy la renegada de la familia… Recuérdalo.

-Ok renegada… ¿Cuál es el plan de hoy?

-Bueno, mañana podemos ir a la playa a nadar o algo así…

-¿Mañana? ¿Por qué no hoy?

-La marea esta algo loca y como que el agua está algo turbulenta… Cuando pasa eso significa que al otro día va estar perfecta o al menos eso pasa por aquí. Por lo tanto, ya que se está haciendo tarde podríamos empezar por preparar la cena.

-Entonces hagámoslo, ya me muero de hambre, iré por las cosas que faltan al coche.

Realmente no faltaba tanto para terminar con la cena de aquel día; Samantha ya había ido el día anterior a dejar todo en orden  y eso incluía el pollo que había dejado enmarinar toda la noche solo para meterlo en el horno y preparar los pormenores. Después de un par de horas la cena parecía ya estar lista, toda la casa se había impregnado de un delicioso aroma y con una botella de vino las dos se sentaron en la pequeña mesa que pusieron junto a la venta para dejar entrar luz y poder ver la luna.

 

Como cenas anteriores esta se volvió un centro de charla, comenzaron hablando de los buenos deseos para navidad y terminaron hablando de lo que harían en año nuevo. Cuando terminaron de cenar y platicar las chicas salieron y se pararon justo al lado del barandal de las escaleras, justo en el mejor lugar para poder ver la luna en todo su esplendor. Andrea agarró el barandal y se quedó observando detenidamente, al mismo tiempo que Samantha llegaba por atrás y la abrazaba.

-¿En qué tanto piensas?

-En que esta es la mejor nochebuena de todas… Y mañana apuesto que será la mejor navidad de mi vida.

-Eso es porque estamos las dos justas… Para mucha gente simplemente es un día en el calendario.

-Sabes… He pensado mucho en algo.

-¿Sobre qué? ¿Lo de tu padre?

-No, bueno, en eso también… Pero he tenido en la mente algo que me ha estado dando vueltas.

-¿Y me lo vas a contar? O ¿me vas a poner a adivinar?

-Tú y yo ya llevamos más de un mes juntas…

-¿Y?

-Creo que es hora de que tú y yo…

Samantha entendió la indirecta y dejó de abrazar a Andrea, la tomó suavemente del brazo y a giró hacia ella.

-Andrea… Que pase un mes, un año o toda la vida no significa que tangamos que hacerlo. Eso tiene que pasar cuando estés realmente segura… Cuando estemos seguras…

-Pero estoy segura es que… Quiero estar contigo… Tengo ganas de tocarte y acariciar cada centímetro tuyo… Te deseo.

-¿Estás segura? ¿Estás realmente segura?

-Nunca he estado más segura de algo.

Samantha le sonrió a Andrea de manera tan indescriptible, la tomó de las manos y las apretó fuertemente.

-Espera… Tengo que ir a hacer algo antes.

-¿Qué? ¿A dónde vas?

-Confía en mí… Confía en mí.

Samantha entró a la casa y corrió rápidamente a la habitación donde se suponían iban a dormir. Abrió uno de los closets y sacó dos pares de velas que acomodó estratégicamente alrededor del cuarto, las encendió y justo a la puerta encendió también un incienso que tenía guardado desde hace años. Después cerró la puerta y  regresó con Andrea; la tomó de la mano y la llevó hacia la habitación y justamente antes de abrir la puerta tomó su rostro entre sus manos y le dio un beso tan profundo.

-Esto que vamos a hacer es por amor…  Y quiero que sepas que te amo tanto Andrea.

-Me alegra que lo digas… Porque… ¿Recuerdas que antes no podía decirte lo mismo? Pues ahora lo siento… Realmente siento eso que sientes por mí… Y puedo decirte que yo también te amo Samantha.

Los ojos de Samantha parecían salirse de sus orbitas al escuchar aquellas palabras que le llegaban directo al corazón, tomó de la mano a Andrea y con la otra giró la manecilla de la puerta lentamente empujándola después para que esta se abriese por sí sola. Cuando la puerta se abrió quedó a la vista una hermosa cama con velas alrededor de la habitación que hacían que se volviese más que una habitación, pero sin duda lo que más atrapó la atención de Andrea fue ese aroma que había atrapado todo el lugar. Samantha jaló hacia el interior a Andrea y la llevó hasta la cama, después regresó a la puerta y bajó levemente el interruptor de la luz, esta en lugar de apagarse comenzó a disminuir de intensidad levemente. Cuando la habitación quedó en un nivel de luminosidad leve las velas parecieron acentuarse y ya que estas se encontraban en una especie de recipiente color rojo toda la habitación se tornó de un leve rosado.

 

Andrea no podía creer todo lo que había hecho Samantha, para ella Samantha significa no solo la chica de la que estaba enamorada, sino el claro ejemplo de alguien que te puede sorprender de una manera tan inesperada. Samantha recostó a Andrea de costado sobre la cama  y ella hizo lo mismo acostándose atrás de ella, acercó su cabeza hacia su nuca y le sopló levemente un aire cálido que hizo imposible que Andrea no cerrase los ojos al tacto con su piel. Esta vez la idea de Samantha era ir lo más lento posible, así hasta que sintiese a Andrea más fluida. Comenzó acariciando su cabello para después pasar su mano sobre el brazo de Andrea desde arriba hacia abajo con casi apenas tocarla. Andrea se giró y miró a Samantha por unos instantes, acarició su mejilla y después también su brazo. Las dos se quedaron inmóviles por un momento antes de que Andrea acercara su cuerpo más hacia el de Samantha.

 

Cuando las dos se encontraban tan justas como para sentir la respiración de la otra, Samantha metió su mano debajo de la blusa de Andrea pasándola por su cintura; Andrea animada hizo lo mismo pero la metió de frente para poder sentir alguno de los pechos, cuando al fin logró sentir el brasier de Samantha rápidamente miró hacia ella como si pidiera permiso para seguir adelante.

-Hazlo –le dijo Samantha susurrando.

Andrea prosiguió y metió lentamente su mano debajo del brasier, cuando sintió entre sus dedos el pezón de Samantha sus ojos se cerraron por un instante. Samantha pasó su mano por debajo del brasier de Andrea y comenzó a acariciar uno de los pechos de Andrea, esta volvió a abrir los ojos y le sonrió a Samantha.

 

De pronto Samantha se sentó sobre  la cama y quitó la blusa que traía, tomó a Andrea y la sentó frente a ella, la miró fijamente y después tomó sus manos y las puso detrás de ella para que ella misma desabrochara su brasiera; Andrea obedeció a aquello y algo nerviosa comenzó a desabrocharlo por atrás hasta que finalmente este cayó sobre la cama. La mirada tímida de Andrea bajó hacia los pechos de Samantha, lo cuales eran perfectos y de alguna manera a su parecer algo más grandes que los suyos. Samantha alargó sus brazos hacia la espalda de Andrea y desabrochó de la misma manera su brasier que terminó también sobre la cama.

 

Samantha se puso de rodillas y acercó su cuerpo hacia Andrea quien también se puso de rodillas. Los pechos de ambas rozaron ligeramente y Andrea comenzó a erguir su ceja izquierda. Samantha sonrió al instante y acercó su mano para tocar su ceja y acomodarla en su lugar, después de eso acercó su boca a su cuello y comenzó a besarlo con pequeños besos. Andrea cerró los ojos nuevamente y tomó la cintura a Samantha. Esta comenzó a bajar más hasta llegar a la altura de los pechos de Andrea, dio suaves besos alrededor de sus aureolas; Andrea abrió los ojos miró como Samantha le daba esos besos, quitó sus manos a Samantha por el cabello.

 

Aquella sensación era más que nueva para Andrea, simplemente no se imaginaba algo mejor que justo aquel momento. Cuando Andrea sintió que Samantha metió uno de sus pezones dentro de su boca apretó fuertemente entre sus puños el manojo de cabello que logro agarrar de Samantha, abrió su boca y dejó salir todo el aire de sus pulmones. Samantha siguió con su camino y prosiguió en su descenso a través del abdomen de Andrea, cuando llegó a su obligo paso su lengua alrededor de él y prosiguió bajando. Cuando llegó a la altura del botón del short de mezclilla que estaba usando no dudó en desabrocharlo, tomó a Andrea de la cintura y comenzó a bajar lentamente el short. Andrea observó y esta vez no la detuvo en ningún momento, tan solo observó y dejó que prosiguiera ayudándole a deshacerse del short. Cuando Andrea quedó en bragas Samantha comenzó a acariciar sus glúteos desmedidamente mientras subía de nuevo hasta arriba y besaba sus pechos.

 

Andrea bajó sus manos de la espalda de Samantha a la altura de sus caderas y torpemente comenzó a buscar el botón para desabrochar sus jeans, cuando lo encontró se decidió a desabrochar casi al mismo tiempo que las manos de Samantha  chocaron con las suyas para ayudarle a desabrochar. Andrea se irguió levemente y comenzó a deslizar los jeans hacia abajo, cuando quedaron a la altura de la rodilla Samantha terminó por sacárselos. Ambas quedaron finalmente en bragas, se miraron sonriendo y se acercaron para seguir besándose mientras sus manos jugaban con el resto de sus cuerpos.

 

Samantha dejó caer lentamente el cuerpo de Andrea sobre la cama hasta que esta quedó recostada. Samantha se tumbó sobre ella la acarició del pelo, rozó su rostro con su mejilla y le susurró al oído.

-¿Segura?

Andrea solo afirmó con la cabeza, la dejó caer sobre la cama y cerró los ojos profundamente esperando a que sucediera lo que tendría que suceder. Samantha bajó y tomó los extremos de las bragas de Andrea para comenzar a quitárselas poco a poco, la mirada de Andrea era incierta debajo de sus parpados, pero se moría de nervios cuando Samantha por fin comenzó a quitarle la única prenda que aún llevaba puesta. Cuando Samantha sacó finalmente las bragas de las piernas de Andrea se bajó de la cama, se paró frente a ella y observó el pubis de Andrea que era tan perfecto con apenas algunos delgados vellos que se lograban deslumbrar con el reflejo de la luz de las velas. Samantha tomó sus propias bragas y comenzó a dejarlas caer tan solo con el movimiento de su cuerpo después de desprenderlas de sus caderas, dejó ante la luz ver su pubis completamente limpio con el de una niña de cinco años; después se hincó debajo de la cama y acercó sus manos hasta el pubis de Andrea sin tocarla; volvió a mirar el cuerpo de Andrea pero esta vez desde la cabeza hasta la punta de sus pies y finalmente puso la punta de sus dedos en el pubis de Andrea.

 

Cuando Andrea sintió la mano de Samantha sobre aquella parte que tanto le intimidaba dio un pequeño espasmo y abrió los ojos para después cerrarlos rápidamente y recordarse que todo era parte de eso. Samantha comenzó a dar suaves caricias sobre el pubis de Andrea mientras esta agarraba las sábanas con los puños cerrados; justo cuando comenzó a hacerlo los puños de Andrea se cerraron aún más, sus ojos hicieron lo mismo y sus labios tampoco se quedaron atrás. Samantha siguió dando esas pequeñas caricias durante un largo tiempo para comenzar a aclimatar a Andrea, cuando hecho un vistazo y vio que su expresión parecía un poco más relajada supo que era el momento indicado para proseguir. Las suaves caricias de Samantha comenzaron a volverse suaves masajes y lentamente las caderas de Andrea iniciaron un movimiento rítmico a los movimiento de Samantha hacía sobre ella.

 

Samantha se acomodó mejor y se acercó su cuerpo un poco más arriba de la cama, abrió muy lentamente las piernas de Andrea hasta dejar su sexo completamente sobre ella; prosiguió con los masajes y fue hasta entonces cuando la punta de su dedo índice comenzó a rozar con la comisura del pubis de Andrea. Después de tantos pequeños roces ingresó el dedo y sin dejar de ver la expresión de Andrea comenzó a dar suaves movimientos circulares sobre el clítoris de Andrea; esta volvió a fruncir el rostro pero esta vez mostrando un poco de placer, Samantha sonrió y prosiguió con los movimientos mientras preparaba su boca.

 

Cuando las expresiones de Andrea se volvieron tan placenteras Samantha comenzó a excitarse de verdad, su cuerpo pedía que comenzara a probar el cuerpo de Andrea que tanto deseaba en ese momento, lentamente su vagina comenzó a humedecerse y sin pensarlo más acercó su cabeza a la altura del sexo de Andrea y pasó la punta de su lengua por donde estaba dando los masajes. Cuando por fin saboreó aquello que desprendía Andrea de su interior hubo algo que le impidió dejar de hacerlo y tan rápido como lo hizo volvió a pasar la lengua, pero esta vez más lentamente.

 

Andrea dio un pequeño gemido que se había escapado de su boca, cosa que era tan incontrolable como la excitación que le provocaba sentir la lengua de Andrea en su parte, realmente sentía que su cuerpo se estaba calentando y que su parte comenzaba a humedecerse sin control por aquel fluido que emanaba de ella. Para ella Samantha parecía una experta en lo que estaba haciendo, pero cuando lo pensó realmente analizó que si pensaba eso era porque jamás había estado con alguien, pero lo de lo que sí estaba segura era que Samantha sabía lo que hacía.

 

Andrea sintió como su cuerpo comenzó a relajarse por aquel miedo que implicaba lo que iba a suceder con Samantha, justo ahora lo estaba disfrutando… Disfrutaba cada vez que sentía la tibia lengua de Samantha rozando su parte y cada vez que lo hacía su cuerpo subía un grado de temperatura o al menos eso ella creía. Cuando sintió que Samantha dejó de pasar sus dedos sobre su clítoris y puso ambas manos en sus entrepiernas se preparó para un nuevo movimiento, esta vez la lengua de Samantha se dejó caer hasta abajo y después tomó ambas piernas de Andrea y las levantó solo para poder pasar su lengua sobre los glúteos de Andrea, volvió a bajarlas y su lengua volvió a viajar desde el clítoris de Andrea hasta el final de su sexo.

 

Samantha siguió haciendo esto unas veces más antes de que Andrea comenzará a volver los gemidos más continuos y más altos. Samantha sintió como el sexo de Andrea comenzó a expulsar más fluidos y se decidió aprovechar esa lubricación para finalmente meter una de sus dedos en Andrea; comenzó con la punta de su dedo índice y al hacerlo Andrea dio un gemido mucho más ensordecedor, siguió metiéndolo así hasta tenerlo todo dentro de ella. La sensación que estaba presenciando Andrea se había vuelto incontrolable, la punta de los dedos de sus pies estaban engarruñadas y cuando el dedo de Samantha comenzó a moverse dentro de su parte una sensación extremadamente placentera se vino con ella, dio nuevamente un gemido y al instante que lo hizo también Samantha dio uno, eso le excitó tanto que volvió a gemir y Samantha volvió a repetir aquello. Samantha ya no solo estaba disfrutando aquello al tocarla, se había dado cuenta de que Andrea también era muy auditiva y que cuando gemía Andrea también lo haría.

 

Samantha prosiguió con aquel juego de gemidos y se decidió finalmente por meter también el dedo anular, justamente aquí fue cuando los gemidos de Andrea se volvieron incontrolables, Samantha comenzó a sacar y meter sus dedos mientras que Andrea no paraba de gemir prácticamente gritando. Samantha cerró los ojos y comenzó a disfrutar como nunca el ruido incontrolable que escapaba de boca de Andrea, le excitaba tanto que le excitará… Todo el cuerpo de Andrea comenzó a encorvarse y a tensarse, los gemidos de ambas crecieron hasta parecer gritos de auxilio, Samantha volvió su movimientos más toscos y dejó de un lado la suavidad con la que había pensado; Andrea agarró sus pechos y abrió la boca dejando escapar todo el aire de su pulmones; Samantha se puso de pie y besó el pubis de Andrea mientras sacaba y metía sus dedos mucho más raído; Andrea seguía dando gritos mientras sus piernas se comenzaban a tensar; Samantha puso toda su boca sobre el sexo de Andrea y comenzó a succionarlo; Andrea gritó; Samantha gritó; las dos gritaron como locas y finalmente se vino un orgasmo simultaneo…

 

El cuerpo de Andrea parecía tener pequeñas convulsiones mientras sus músculos se tensaban y destensaban sin parar; Samantha sacó sus dedos y comenzó a acariciar las piernas de Andrea que estaban tan duras como una roca, se volvió a subir por completo sobre Andrea y puso su pubis sobre el de ella para rozarlos y comenzar a calmar el cuerpo incontrolable de Andrea, lo rozó un par de veces de una manera muy clara y provocadora; dejó caer su cuerpo sobre el de Andrea y quitó todo el pelo enmarañado de su rostro; la beso intensamente y esperó a que abriera los ojos.

-Tú eres mi mejor regalo de navidad –le dijo a Andrea mientras sonreía y jadeaba.

Andrea tomó la cabeza de Samantha y puso un mechón de su pelo detrás de su oreja.

-Tú… Tú eres el mejor regalo de mi vida.

De pronto comenzó a escurrir una lágrima del ojos izquierdo de Samantha al haber escuchado aquello tan hermoso, se bajó de Andrea y se recostó a su lado; la abrazó y acorrucó su cabeza entre el pecho de Andrea, esta sonrió y cerró los ojos; no tenía que ver a Samantha para saber que estaba tan feliz por lo que le había dicho. Las dos se quedaron allí sin decirse nada… Ya no había nada más que decir.