Andrea Princesa... Samantha Príncipe

Los Vondegan

 

Mientras Samantha la abrazaba notó que el cuerpo de Andrea estaba prácticamente temblando, sin dudarlo, dejó de abrazarla y la puso en frente de ella para poder mirarla a los ojos. Andrea se estremeció y se le quedó mirando con impresión de niña asustada.

-¿Te sientes bien? –le preguntó a Andrea.

-¿Sentirme bien? ¿Por qué lo dices?

-Andrea, estás temblando…

-¿Qué? no es nada… Es solo que esto... Todo esto me parece tan… Ni siquiera yo comprendo mucho de este instante.

Samantha solo se limitó a sonrerir y tomó sus manos, pero al hacerlo, tampoco pudo evitar notar que en su mano derecha llevaba un pañuelo envolviéndola.

-¿Qué te pasó? –le preguntó rápidamente e comenzó a quitar el pañuelo.

-Nada… Es una pequeña cortada…

Cuando la herida quedó al descubierto, Samantha se dio cuenta que relamente Andrea decía la verdad, pues se trataba de una pequeña herida. Rápidamente corrió hacia una pequeña caja que tenía entre unas repisas, sacó un frasco alcohol, tomó un poco de algodón y regresó a donde estaba Andrea.

-Ven, siéntate allá –le señaló hacia su cama-. Voy a limpiarte eso.

-No es necesario, en serio, estoy bien.

-No importa, aun así siéntate… Si se te infecta se pondrá peor de lo que se ve.

Andrea obedeció y se sentó en la cama donde le indicaba, Samantha se sentó a su lado y puso las cosas sobre sus piernas, sacó el algodón de la pequeña bolsita y comenzó a ponerle alcohol.

Andrea por su parte no dejaba de mirar a Samantha, de observar todos sus detalles, de mirar su rostro; incluso cuando el alcohol cayó sobre la palma de su mano y después de hacer un gemido de dolor, en ningún momento dejó de observarla; Incluso lo que más le llamaba la atención, además de esas pecas que recorrían los alrededores de su nariz, eran esos ojos azules con tonos grises que hacían de su mirada algo tan sensacional.

-Bueno… Creo que ya está –se dirigió hacia Andrea.

Cuando la mirada de Samantha pasó de la mano de Andrea hacia su rostro, se dio cuenta de la mirada de Andrea… Tan hermosa en cierto modo, pero con un algo que le hacían parecer ahora tan tránquila; Andrea le observó por unos instantes antes de abalanzar su rostro hacia el de Samantha y comenzar a besarla nuevamente.

 

Esta respondió del mismo modo dándole un beso y mientras ambas se besaban, el alcohol que Samantha traía en las manos fue a parar al suelo; al instante ambas se separaron y solo hicieron cara de confidentes. Samantha se puso de pie y levantó el alcohol, que para su suerte ya traía puesto su tapa; se alejó de la cama y puso todo en una mesita no muy lejos de donde estaban sentadas, después regresó, se sentó y tomó las manos de Andrea nuevamente.

 

-Sé que esto es complicado para ti, pero te prometo que no te voy a dejar sola... Sé lo que sientes y por lo que estás pasando, yo lo viví… -se refirió hacia Andrea.

-No… no quiero hablar de eso, ya tengo mucho en mi cabeza…

-Lo sé y tienes razón, solo quiero que sepas que no estás sola.

-Eso ya lo sé… Cambiando de tema… Podría quedarme a dormir aquí… Bueno, si tu compañera no se molesta.

-¿Molestar? Para nada, desde que entre no he tenido compañera, tuve una, pero desde que se enteró que soy lesbiana o al menos de lo que dicen de mí, prácticamente salió huyendo.

La mirada de preocupación de Andrea se soltó al instante, pues aquella idea la relacionó rápidamente con Sandra, e incluso pensó que sería muy probable que esta la corriese si se llegaba a enterar de algo.

-¡Vamos! No quiero que te asustes con eso, hay personas que simplemente… No todos pensamos lo mismo.

-¿No te sientes mal? –Le preguntó a Samantha con un tono tenue.

-¿Sobre qué?

- Sobre que la gente diga todo eso de ti, que la gente te rechace y no sé… Todo eso.

-Al principio sí, pero después todo eso sale sobrando… Mira, dejemos eso para otro instante… Quieres quedarte en esta cama… Yo duermo en la otra…

-No –respondió a secas.

-Bueno, entonces tú allá y yo aquí…

-No –reincidió en su respuesta.

-¿Entonces?

-Quédate en esta cama… Conmigo…

-¿Estas segura? –preguntó enmarcando un sonrisa en sus labios.

Andrea solo asintió con la mirada.

-Bueno… Pero déjame ir por algo para que duermas… Por cierto, hoy te ves más que encantadora.

Andrea solo sonrió a lo que escuchó, y a pesar de que eran palabras que provenían sinceramente de los labios de otra mujer, no le importó. Samantha no tardó mucho en regresar con un short y una pequeña playera.

-Toma, allá está el bañó –le señaló-. Puedes cambiarte allí y lavarte la cara.

Andrea tomó las cosas y se dirigió hacia donde le había señalado Samantha, pero a mitad de camino se detuvo y regresó rápidamente hacia Samantha solo para darle un beso superficial, luego regresó hacia el mismo lugar y entró al baño. La mirada de Samantha simplemente se resumía en incredibilidad, todo esto era tan increíble e impresionante que la pura idea la volvía locamente feliz.

Cuando Andrea salió del baño, Samantha ya había acomodado la cama poniéndole dos almohadas, Andrea se acercó y se acostó del lado de la orilla de la cama.

-Es que no me gusta dormir hacia la pared –le dijo a Samantha.

Samantha simplemente le volvió a sonreír y se acostó del lado de la pared. Ya estando ambas allí, Samantha no sabía exactamente qué posición ocupar, pues no quería darle la espalda, pero pensaba que quizá sería demasiado quedar de detrás de ella; pero si las cosas iban tan bien no había necesidad de perder la oportunidad. Así que se acomodó frente a la espalda de Andrea y pasó su brazo derecho sobre esta, simplemente abrazándola.

 

Andrea sintió algo profundamente en su estómago, tan fuerte y tan… Ni siquiera tenía las palabras justas para describir eso que sentía mientras Samantha la abrazaba allí en esa cama. Una sonrisa y aquel sentimiento de afecto por parte de Samantha, le hicieron por aquella noche olvidar todo, olvidar todo lo que había pasado, lo que pasaría y dejar de una vez por todas clara la situación; aunque pareciese difícil de entender, incluso para ella, estaba enamorada… estaba enamorada de Samantha.

 

Andrea tomó la mano de Samantha y la acercó hacia ella, la abrazó fuertemente y le dio un pequeño beso. La alegría de Samantha no podría ser mejor en ese momento, nada podía ser mejor para Samantha en ese momento; así que influenciada por aquel acto de Andrea, simplemente se acercó más hacia esta y recargó su cabeza sobre la nuca de Andrea; apretándola más hacia ella mientras la abrazaba.

 

Andrea podía sentir la suave respiración de Samantha sobre su nuca, tan calidad y suave, sentir simplemente todo su cuerpo justo a ella… No tenía palabras. Ambas sentían una emoción indescriptible en ese momento, sin embargo aquel sentimiento de “Placer culpable” hacía sentir a Andrea tan confundida y al mismo tiempo tan feliz; claramente había algo dentro de su estómago que, algo en su aceleración cardiaca y algo en mente que la estaban volviendo desquiciada y locamente feliz.

 

Aquella noche no hubo más que ese simple abrazo, esas dos chicas sobre aquella cama y con aquella sonrisa; que fue con la que siguieron, incluso cuando ambas estaban dormidas. Incluso aquella posición entre ambas prosiguió toda la noche y no cambio en ningún solo instante, pues cuando la mañana las alcanzó, seguían amabas en la misma posición que la noche anterior.

 

Cuando Andrea medio abrió los ojos a la mañana siguiente, intentó buscar a tientas la mano de Samantha; al no sentirla, simplemente se dio la vuelta y se asombró al darse cuenta que no estaba. Se sentó allí mismo y giró la cabeza hacia todos lados en busca de ella, pero tampoco había nada, mucho menos estaba en el baño; ya que esta tenía la puerta entre abierta y claramente no había nadie allí.

 

Intentando buscarle explicaciones al asunto, pero finalmente estas se resolvieron todas cuando la puerta de la habitación se abrió y entro Samantha cargada de unas bolsas. Andrea todavía soñolienta le miró intentando ver de qué se trataba pero Samantha se le adelantó en explicarle.

 

-Buenos días… -se dirigió hacia Andrea con tono risueño.

-Hola… ¿A dónde fuiste?

-Pensé que quería desayunar algo, así que fui a un restaurante cercano...

-¿A un restaurante? –hizo mirada de asombro.

-Sí, es que la cafetería está bien para tomar cafés… El resto la verdad no es muy bueno.

-No debiste…

Samantha dejó las cosas sobre una mesa y se dirigió hacia la cama donde estaba Andrea, tomó su rostro con ambas manos y le planto un suave beso, Andrea le respondió al mismo tiempo que se le enmarcaba una sonrisa.

-Ven, vamos a desayunar.

Las dos caminaron hacia la mesa y comenzaron a sacar todo lo que había en aquellas bolsas, Andrea se sorprendió al notar todo lo que había traído, pero no porque fuese en exceso, sino porque aquello parecía ser comida cara.

-¿Por qué compraste todo esto? ¿Segura que es solo para comer? ¿Dónde lo compraste?

-¡Hey! Vamos despacio… Lo compré en Apetelious y no traje tanto como piensas… Se ve pero no.

-¡¿Apetelious?! ¡Samantha! Ese restaurante es carísimo…

-Algo, pero ya tenía tiempo que quería ir a comprar allí… ¡Ya! Olvídate de precios y todo eso, mejor vamos a desayunar…

-Bueno… -hizo mirada de resignación.

Las chicas comenzaron a comer de todo lo había en la mesa, ambas querían iniciar una conversación, pero en cierto punto no sabían cuál era el tema indicado, así hasta que Samantha decidió abrir la conversación.

-Así que… ¿A dónde de venía anoche?

-Nada… Una reunión de trabajadores de mi papá.

-Y supongo que querías apantallar a todos…

-¡No! solo no quería ser la mal vestida, pero sabes, al final creo que fui bien vestida… Todos iban bien vestidos.

-Pues que bien que lo hiciste… Así supongo que hiciste ver bien no solo a ti, si no a tu papá.

-Sí, supongo que también… Por cierto…Quería preguntarte, bueno, tenía la duda…

-Aja…

-¿Dónde estuviste toda la semana pasada? Bueno, nunca vi tu coche…

-Bueno… -tomó un respiro-. Estuve meditando algunas cosas en mi departamento, supuse que tenías muchas cosas en la mente como para toparte conmigo por aquí.

-¿Cómo? ¿Departamento? ¿No estuviste aquí?

-No –hizo mueca.

-¿Tienes un departamento fuera de aquí?

-Mmm sí.

-Tienes un departamento propio y… ¿Vives aquí también?

-Lo que pasa es que aquel departamento me lo compró mi papá y bueno, esta algo retirado… Por eso decidí tener uno aquí.

-¿Puedo hacerte otra pregunta? –quiso aclarar dudas.

-Claro.

-La casa del lago… ¿También es tuya?…

Andrea quiso disipar todas sus dudas, pues de alguna manera presentía que Samantha era más que una chica con gustos remotos de comprar comida en restaurantes caros.

-Bueno, la grande es de mis primos… Ya te lo había dicho… La pequeña es de mi hermano, pero casi nunca está allí… De hecho quería confesarte algo –tomó un respiro-. Mis primos no fueron quienes armaron la fiesta, fui yo… Digo, no es la gran cosa… Envías algunas invitaciones y dejas un poco de cerveza y música…

-¿Tú? ¿Armaste una fiesta solo para…?

-No estaba segura de que irías… Pero tenía que arriesgarme.

-No sé qué decir… Todo lo que hiciste fue… Pero… ¿Eres rica? –dejó de comer.

-Yo no, mi padre… Él tiene una empresa donde importan y exportan diamantes…

-¿Diamantes? Samantha… Tú apellido es… ¿es Vondegan?…

-Sí, ¿cómo sabes eso?

-¿Y tu padre es Darío? ¿Y tu hermano se llama Alexander?

-¡Oye! En serio ¿Cómo sabes todo eso?

Andrea se quedó pasmada por unos instantes antes de decir alguna palabra.

-Tú padre es el jefe de mío y justo ayer en la reunión conocí a tu hermano.

-¿En serio? Así que hicieron una reunión.

-No lo entiendo, tú padre dice que solo tiene un hijo… A Alexander.

-Bueno, mis padres… Más aún mi padre, no está muy contento con la idea de que su hija sea lesbiana, así que para él… Solo tiene un hijo.

-No es cierto ¿Cómo tu padre puede?

-Así de sencillo, digo, me da dinero y todo para no sentirse tan culpable… Pero prácticamente para él no existo.

-Sabía que había algo en Alexander que me resultaba tan familiar.

-¿Hablaste con él? ¡No me digas que te coqueteo por que sí te lo creo!

-¿Por qué lo dices?

-Desde que todos se enteraron que soy lesbiana… Él solo intenta parecer el hombre más macho de todo el mundo… Por eso es el orgullo de mi padre, eso y que seguirá con los negocios familiares.

-Yo… lo lamento tanto –le miró a los ojos.

-No importa, ya me acostumbre… Al principio pensé varias veces en rechazar su dinero, pero a veces la necesidad… Además finalmente si me quiere o no… No me importa…

-¿Pero es tu padre?

-¿Llamarías padre a un hombre que rechaza a su propia hija?

-Es verdad…

 

Los pensamientos de Andrea comenzaron a revolotear de un lado a otro como loca, pues esta nueva información tan solo hacia las cosas mucho más complicadas, si sus padres de Samantha se enteraban… Si Alexander lo hacía… Probablemente también lo harían sus padres y eso... eso sería el final de todo, la echarían de casa y… También la negarían como hija.