Metamorfosis

Labios de Princesa

Le miro directo a los ojos y solo veo desconcierto, sé que una parte de él intenta recordar, pero la otra no sé en qué punto se ha perdido. No dice ni una sola palabra, ni siquiera intenta refutar lo que le acabo de decir, es más, estoy seguro que parece creer que me ha visto en alguno de esos bares de mala muerte a los que tanto asiste. Sin más, lo hago hacia un lado y entro sin su permiso. Él tambalea y cierra la puerta de un portazo, camina hacia dentro y abre los brazos de lado en lado.

            —¿Quieres pasar un buen rato hermosa? —balbucea mientras intenta mantenerse en pie.

            —Jamás te había visto así, ni siquiera cuando terminaste con esa chica del laboratorio.

            —¡EY HERMOSA!, no tengo idea de lo que hablas…y ¡¿SABES QUÉ?! ¡¡¡NO ME IMPORTA!!!, con ese lindo trasero no me importa quien seas o qué diablos haces aquí —gritó intercalando tonos de voz.

            No sé qué exactamente pensar sobre él, así que lo tomo de un brazo y comienzo a jalarlo justo hacia donde está el baño. Necesita un baño de agua fría, no tiene objeto hablarle de lo que me ha pasado si posiblemente lo olvide cuando se le baje el alcohol de la sangre.

            Abro la puerta de baño y justo cuando me doy vuelta él ya se ha quitado la camisa; su pecho velludo y trabajado, que siempre fue mi envidia, queda frente a mí como una barda de concreto. Lo miro a los ojos, y no me toma mucho tiempo reconocer esa mirada frívola que hace cuando le gusta una chica, entonces lo tomo nuevamente del brazo, pero mi fuerza y altura ya no es la misma desde que soy una chica, así que rápidamente termino aprisionado entre sus enormes brazos.

            —Blake por favor, no hagas esto —le digo más que asustado, enojado.

            —Sé a lo que has venido, todas vienen por lo mismo —me susurra junto al oído dejando que el vapor caliente de su boca me queme.

            —Para ser un hombre siempre has tenido labios de princesa —le digo jugando con su mente. Entonces regreso a esa parte de mi vida donde él me rogaba salir a buscar chicas, muchos meses antes de que conociera a Nina. Cuando me convencía terminábamos coqueteando con muchas chicas, pero por alguna razón siempre la suerte terminaba de mi lado, él nunca se enojaba por eso, pero sabía que se sentía mal, así que bromeando le decía que posiblemente tendría más suerte si lo intentaba con lesbianas, porque para ser un hombre siempre había tenido labios de princesa.

            Miro a Blake a los ojos, y la confusión ha crecido más que cuando entré por esa puerta a la fuerza. Me mira a los ojos intentando resolver el acertijo y comienza a balbucear palabras que supongo solo él puede entender. Después simplemente comienza a aclarar sus palabras.

            —¿De dónde demonios has escuchado eso? —me pregunta.

            —Hola hermano, siete meses se van volando —le respondo sonriendo, luego lo tomo del brazo y lo empujo hacia la regadera; enciendo la palanca de agua fría y cierro la puerta corrediza; con todas mis fuerzas atranco la puerta para que no pueda salir, comienza a manosear intentando abrir la puerta y dando gritos como loco, pero yo espero en esa posición hasta que deja de forcejear.

            Pasan más de quince minutos y debes en cuando abro la puerta para mirar que se encuentra bien, él está sentado en una esquina mirando fijamente a la pared, sé que está más despierto y lo que veo es a un hombre pensativo. Me termino rindiendo y abro la puerta hasta el tope, lo miro forzándolo a que me mire también.

            —Vístete, te espero en la cocina para platicar… yo hago los cafés —le digo. Él se levanta tapándose sus partes y yo salgo del baño.

            Han pasado otros quince minutos cuando lo veo entrar a la cocina ya vestido y más coordinado en sus movimientos. Se sienta a la mesa y sin decir nada me observa. Siento su mirada sobre mí, pesada e incierta, tomo los dos capuchinos que acabo de hacer y le pongo uno en su lugar. Blake mira la taza con el capuchino y me vuelve a mirar, y sé que lo hace porque nadie sabe usar esa máquina más que él y yo, y eso es porque antes, cuando vivía con él y no me había mudado con Nina, habíamos quedado en conquistar a las chicas con una máquina como esa, una muy difícil y que solo los hombres pudieran tratar.

            —Tienes una máquina como esa —me afirma más que preguntando.

            —No, siempre ha sido esta. Creo que después de dos semanas quemando, chorreando y desperdiciando leche por no poder usarla fueron suficiente para volverse experto en su uso, ¿verdad?

            —¿Quién eres? Explícate.

            Tomo aire y un sorbo del capuchino, estoy buscando las palabras exactas para explicarle sin que parezca tan fuera de lugar, pero siento sincero, hay alguna manera de que esto no suene jalado de los pelos.

            —Blake, iré al punto —le digo y noto que comienza a reírse como estúpido—, ¿qué es lo gracioso?

            —Tu… —dice mientras hace una señal con la mano sobre su boca.

            Miro hacia el reflejo de una cuchara y noto que llevo unos bigotes de espuma sobre mis labios. Comienzo a reírme y me limpio con una servilleta.

            —Muy gracioso —tomo aire de nuevo y espero a que se calme el ambiente—, Blake, lo que tengo que decirte es muy serio, y sé que no eres la persona más seria del mundo, pero por primera vez en tu vida necesito que lo seas.

            —Vale, si me vas a dar una explicación…

            —Blake, soy Alan —le digo de golpe. Veo en su cara las señales de alguien que está a punto de explotar de risa, pero por alguna manera también la de alguien que está aterrado, porque supongo que ya ha pasado la idea por su mente.

            —Eso es imposible —me responde y bebe un sorbo de su taza.

            —Es la verdad. Hace siete meses me dolía mucho la cabeza, ¿lo recuerdas? Llevaba semanas son esos dolores y luego simplemente me desplomé en la sala de radiografías. Tú y Tay discutían sobre decirles a los padres de esa niña que en realidad tenían dos hijas, luego yo fui por la niña y… Cuando desperté estaba aquí, en este cuerpo, una joven llamada Milla… desde entonces he estado en rehabilitación para poder venir con mis propios pies aquí.

            —Basta —dice a secas y mira hacia una de las paredes blancas.

            —Blake, escúchame —le digo y me abalanzo sobre la mesa para llamar su atención—, lo que te estoy diciendo es la verdad, lo que te dije de los labios de princesa solo yo te lo decía, solo tú y yo sabemos usar esa máquina de capuchino, solo tú y yo sabemos que una vez te fracturaste el pene por tener sexo con una gorda, yo mismo te revisé… ¿quieres que siga? Porque puedo hacerlo.

            —¡Cállate! ¿Eras la amante de Alan? ¿Por eso es que sabes todo eso?

            —Comportamiento tumoral y relevancia clínica de la determinación del perfil de resistencia en carcinoma epitelial de ovario, trompa de Falopio y peritoneal primario, en estadío avanzado, esa es tu famosa y misteriosa tesis que a nadie has dicho y en la que te he ayudado por meses… ¿algo más?

            —Bueno, él también te pudo decir eso.

            —¡Vamos Blake! Sabes que eso no le interesa a nadie más que a ti.

            —¿Sabes qué? ¿Estás loca? Y será mejor que te retires si no quieres que llame a seguridad.

            —Pregúntame algo… lo que sea… algo que solo tú y yo supiéramos… algo de hermanos confidentes…

            —Fuera de mi casa. Conozco esa psicología de películas baratas, he visto muchas películas de esas… así que lárgate, no va a funcionar.

            —Hermano… te necesito… llevo meses muriéndome por no tener a Nina a mi lado… necesito arreglar esto y regresar a mi vida…

            —¿Qué pasó la primera y única vez que fumamos marihuana? —preguntó pareciendo más serio que nunca—, sé que eso jamás Allan se lo diría a nadie.

            —Ok, ok… nos besamos… ok… no besamos y solo fue eso… estábamos en la preparatoria y habías robado marihuana de tu tío el gordo, y nos pusimos muy felices, no reíamos de todo y simplemente nos dimos un beso… pero solo eso y por lo mismo nunca lo volvimos a hacer.

            —Mierda, mierda, mierda… ¡MIERDA! ¿Enserio eres tú, Alan?

            —Sí.

            Los ojos de Blake se empezaron a empañar con lágrimas y su piel morena comenzó a teñirse en un rojo intenso. Se puso de pie y comenzó a dar vueltas con la cabeza mirando al suelo.

            —Aunque fuera cierto… no tiene sentido… esas cosas no pasan en la vida real… ¿cómo? —se paró a mi lado y me exigió con la mirada vacía y asombrada.

            —No lo sé… solo sé que Milla era una chica muy enfermiza, sus padres me han contado que de pequeña me… ella se enfermaba mucho, pero de un tiempo en adelante comenzó a mejorar, pero luego comenzó con dolores de cabeza… como los míos…

            —¿Y?

            —Pues ellos pensaron que era por los estudios y problemas que tenía, ya sabes, estrés… pero un día, en una fiesta de amigos… una fiesta loca con piscina la perdieron de vista, y cuando la encontraron estaba flotando inconsciente… el doctor les dijo que tuvo un derrame mientras nadaba y que al menos no se ahogó.

            —¿Le pasó lo mismo que a ti?

            —Eso es lo que tenemos de relación, de lo demás… yo siempre fui un niño muy sano y fuerte. No sé qué otra cosa pueda ser.

            —Bueno, físicamente tienen un aire, ¿no lo has pensado?

            —Claro, pero siempre hay tanta gente parecida en este mundo… como si a Dios se le estuviesen acabando las ideas.

            —Esto debe ser una pesadilla —susurra con la boca entre las manos.

            —¿Puedes imaginártelo para mí? Un día despierto y no soy yo, adiós a mi pene y a mi vida, hola a un par de tetas y un coño… acoso aquí, acoso allá.

            —Ey, ¿coño y tetas? Esas no son la clase de palabras que usaría el doctor Alan.

            —¡Oh, vamos! Siempre les he llamado así, solo que mi título me lo impedía.

            —No hermano, eso va más allá… por fuera quizá te haya perdido, pero no por dentro, al menos deberías tratar de conservar lo poco que queda de ti.

            —¿Qué tú nunca les has llamado así?

            —Sí… pero nunca lo he usado en mis oraciones.

            —Vale, quizá tengas razón… intentaré ser un poco más civilizado. Por cierto, ¿cómo está Nina?

            —Supongo que no sabes nada.

            —No del todo, Francis… le he estado enviando dinero para que me mantuviera informado de todo lo que sucede con mi cuerpo… Ya que mi cuenta se canceló tuve que sacarle dinero con mentiras a los padres de Milla, están podridos en dinero así que… realmente perder mil pesos es como si yo perdiera uno. Así que lo que confiera a mi cuerpo no importa, yo solo quiero saber de lo que él no puede saber, sobre Nina.

            —Bueno, Nina no está muy bien… lentamente se está resignando, pero no quiere que desconecten tu cuerpo, y tu padre… sé que la apoya pero estoy seguro que lo que más desea es desconectarte.

            —¿Es en serio?

            —Bueno, es lo que yo veo... pero no es mala persona, él también está sufriendo… todos estamos sufriendo, yo sufro, eras… eres como mi hermano y el alcohol se ha convertido en mi nuevo compañero de vida… —sus ojos comienzan de nuevo a teñirse de lágrimas, así que me levanto de mi asiento y le doy un abrazo, lo hago lo más fuerte que puedo, pero él termina asfixiándome entre los suyos.     

            —Ya no es lo mismo sin ti Alan, sé que prácticamente nos ignorabas y preferías estudiar y trabajar en tu tesis, pero de todas formas no es lo mismo.

            —Yo lamento no haber estado más tiempo con ustedes, de haberme vuelto un loco de la computadora...

            —¡Dios! Esto es muy gay —dice carcajeando entre sollozos.

            —Ya no tanto… —le digo evidenciando que lo que abraza es físicamente una chica.

            —Lo siento —cesa de abrazarme y se limpia las lágrimas—, bueno, hasta Tay te extraña… ya sabes que siempre ha sido muy reservada para expresar sus sentimientos, pero sin duda está devastada por esto.

            —Necesito ver a Nina, necesito explicarle… —le digo limpiándome también las lágrimas.

            —¿Estás loco? No te va a creer.

            —Tú lo hiciste.

            —Sí, pero todavía me cuesta trabajo… además Nina siempre ha sido más…

            —¿Cerrada? ¿Conservadora? ¿Irrealista?

            —Sí, ella no cree ni en los extraterrestres, ni en Dios… en nada. Si le dices eso…

            —Yo solo necesito tiempo… para arreglarlo.

            —¿Cómo?

            —No lo sé, pero por ahora necesito que no desconecten mi cuerpo. No sé, pero presiento que si desconectan mi cuerpo me voy a quedar atrapado en este para siempre.

            —¿Es tan malo? —me pregunta.

            —¿Qué?

            —Oh, vamos… eres un chica muy guapa… que tal si intentas recuperar a Nina así.

            —¿Y yo soy quien ha visto muchas películas? Nina no es gay, de hecho hasta es algo homofóbica.

            —Pero si te ama…

            —Esto supera todo eso Blake.

            —¿Y si lo averiguamos?

            —¿Cómo? —respondo con las palabras al aire.

            —Hoy, por eso me puse medio borracho. Cuando te fuiste se canceló todo lo de la fiesta de su aniversario… pero Tay y los demás han insistido en hacer una fiesta para olvidarnos de todo, al menos por un rato, pero Nina cree que es una fiesta en tu honor y se ha puesto un poco loca, pero al final ha aceptado. Yo no pensaba ir, por lo mismo, pero ahora que estás aquí… todo cambia, sabes.

            —Yo…

            —¿No quieres verla?

            —Claro que quiero, pero no estaba preparado psicológicamente para hacerlo hoy. No sé qué le podría decir.

            —No le digas nada. No tienes por qué. Solo ve, mírala, está cerca de ella y ve por tus propios ojos en la situación que está. Si aceptas será mejor que lo hagas ahora, la fiesta es en tu casa y empezó como hace una hora.

            Pienso una y otra vez en la idea, me da vueltas la cabeza y la imagen del rostro de Nina hace que se iluminen mis ojos, quizá no sea necesario que diga algo, solo necesito verla, saber si está bien… o si no lo está.

            —De acuerdo, pero no sé si esté presentable.

            —¿De verdad? Estás…

            —No me mires de esa manera —le exijo y señalo con el dedo.

            —Bueno, esos jeans ajustados y esa blusa hacen que tus atributos femeninos resalten y… sabes qué, mejor ya vámonos… yo solo me secó bien y listo.

            —Vale, avisaré a casa y enviaré a mi chofer de regreso.

            —¿Chofer? ¿Avisar? ¿Cuándo tuviste ambas cosas en tu vida?

            —No es tan malo, por primera vez alguien se preocupa por mí y me ofrece un chofer para los días lluviosos.

 

La casa se ha iluminado como nunca la había visto en mi vida. Se escucha el bullicio de la gente y la música hace vibrar las ventanas del coche de Blake.

            —¿Estás listo? —me pregunta. Yo asiento con la cabeza y estrecho su mano.

            —¿Cuál es el plan? —le pregunto aún con la mano estrechada.

            —Una vieja amiga, no somos pareja… no somos pareja… aunque si lo fuéramos me ayudarías a mejorar mi mala racha de mujeres desde hace siete meses.

            —Ni lo pienses… sigo siendo yo… me gustan las mujeres… además eso se escucha bastante gay.

            —No sería gay… no del todo, pero que te sigan gustando las mujeres te hace lesbiana —señala.

            —Cállate, solo amigos… no pareja.

            Me bajo del coche antes de que Blake apague el motor. No sé exactamente qué ha cambiado en el vecindario, pero todo parece verse tan diferente y sacado de un recuerdo muy lejano.

            Blake se baja y me guía como un caballero hacia la puerta del jardín, yo me enojo y le recuerdo con una mirada que no se comporte así conmigo. El ruido se vuelve más intenso y poco a poco comienzo a reconocer caras por todos lados. Siento las miradas sobre mí, y me pregunto si en realidad es sobre mí; sobre Blake, o sobre los dos. A lo lejos muchos saludan a Blake y le hacen señales que sugieren que es un campeón, las mismas señales que yo solía hacerle a él cuando llegaba con una chica nueva.

            Quedamos en medio del jardín, en medio de un montón de rostros conocidos y desconocidos, en medio del ruido y de un montón de recuerdos. Veo las mismas flores, incluso las que durante meses no habían salido; la puerta principal, el pasto, el camino hacia la puerta principal, las mesas de jardín, la casa… todo me recuerda a ella, a mi vida… estoy a punto de llorar y me recuerdo que se vería muy mal hacerlo, pero no por las muchas veces que me dije que un hombre llorando se veía terriblemente mal, sino porque… porque no soportaría mucho más tiempo del que tenía planeado. Veo a lo lejos acercarse a Tay, se ha pintado el cabello de rojo y le cae bastante bien, y a diferencia de Blake, se ve más repuesta.

            —¿No me vas a presentar a tu chica? —le pregunta Tay a Blake ofreciéndome una paloma muy bien presentable.

            —Ella no… —dice Blake y corta su oración cuando ve que tomo la bebida, y sin más me la sorbo casi toda. No pretendía tomar, pero dada las circunstancias.

            —Al… Milla… —dice Blake asombrado—, esto no estaba en los planes.

            Veo a Tay y noto su asombro, y entonces me asombro también. Solo espero que Nina se vea tan bien como Tay, y no como Blake.

            —Wow, sí que… tenías sed —dice felizmente Tay—, por cierto, me llamo Tay — agrega y me ofrece su bebida. La vuelvo a tomar, pero simplemente la mantengo en mis manos.

            —Será mejor que yo me tome esta —dice Blake estirando su mano derecha hacia mi bebida, pero me niego a dársela.

            —Déjala, ella sabe lo que es bueno… pero linda, nunca confíes en las bebidas que te ofrecen los desconocidos, o terminarás en la morgue del Roberson.        —Sí, quizá tengas razón.

            Supongo que ella siguió hablando, e incluso Blake se unió a la conversación discutiendo, como siempre lo hacen de cualquier cosa, pero yo me perdí hace varios segundos, pues mirando sobre el hombro de Tay he mirado lo que mis ojos tanto tiempo han esperado, a Nina.

Q. P. D. E. Grabriel García Márquez (1927-?)

Quizá muera el hombre, pero sus ideas perdurarán.